Cuando todo comenzó en una ciudad de nombre impronunciable allá por China, sí en Wuhan, en Europa no nos podíamos creer lo que allí estaba pasando; ¿Se han vuelto locos estos chinos? ¿Qué hacen montando un hospital de dimensiones incalculables en 10 días? Todos aquí nos hacíamos preguntas y soltábamos algún chascarrillo pensando que a nosotros nunca nos iba a afectar, «eso está a miles de kilómetros«.
Nuestros responsables políticos nos insistieron que aquí sería algo residual, quién sabe, 3, 4 casos nada más. Mientras tanto veíamos a amigos y conocidos que escapaban del país asiático y volvían a casa, sí a España y los mirábamos extrañados, como pensando que la estupidez humana puede llegar a ser infinita.
Sí, somos estúpidos, teníamos una crisis sanitaria de dimensiones nunca conocida, en una generación que hemos vivido seguramente la mejor época de la humanidad, la teníamos delante y estábamos ciegos.
Ese 14 de marzo cuando confinaron todo un país como España, no nos lo podíamos creer, todavía defendíamos que sería una «gripinha» como algún dirigente brasileño llegó a gritar a los 4 vientos. Y claro, un virus que es capaz de arrasar con el 1% de la población que afecta, pues no es solo una pequeña gripe. Era algo más serio.
El encierro domiciliario, derivó en una profunda crisis económica, nunca vista, sin precedentes desde la Gran Depresión, o la propia Guerra Civil Española. Nuestros políticos demostraron no tener herramientas, ni una seria capacidad para tomar decisiones que no afectara a la cohesión social y no derrumbara a las empresas. Las que pudimos nos endeudamos y con una gran rapidez modificamos nuestros servicios al mundo online. Sí, se podía seguir trabajando y mucho a través del mundo virtual. Tuvimos la fortuna que nuestro sector en cierta manera no se vió perjudicado. No así otros sectores como el comercio, la hostelería o el turismo, al que damos el 100% de nuestro apoyo. Sectores a los que se ha abandonado y con su propio esfuerzo (los que pueden) han resistido, a través de endeudamiento, de ahorros personal, o incluso bajarse el sueldo para no echar a trabajadores y un largo etcétera.
¿Qué sucedió después del 14 de marzo?
Nos dimos cuenta de todo lo que teníamos, a lo que nunca dimos su valor real, una dimensión llamada «felicidad». Nos separaron de nuestras familias, amigos, nos quitaron los paseos al sol, o los viajes a ninguna parte, nos quitaron aquello que veíamos con tal normalidad que creímos que siempre estaría ahí. No podíamos abrazar, besar, correr, reír y muchos se convirtieron en policías de balcón. Imágenes tan esperpénticas como un helicóptero de la policía persiguiendo a un transeúnte que andaba solo por la playa, o dos guardias civiles corriendo detrás de un montañero sierra arriba, se convirtieron en cotidianas y lo peor de todo es que muchos pedían la cabeza de esos tipos. La cuarentena saco entre otras cosas lo peor de muchas personas. Pero la inmensa mayoría sacó a relucir su resiliencia, su capacidad de adaptación y sí, esas personas son las que nos hicieron pasar este mal trago de manera diferente. Vimos que podíamos, que si íbamos juntos lo conseguiríamos, fuimos capaces de doblegar la curva de contagios, de vaciar los hospitales e incluso de crear vacunas con ARN a una velocidad nunca vista en la humanidad. Bajó la contaminación, volvieron a crecer plantas donde no lo hacían, aparecieron especies animales donde habían desaparecido, nos dimos cuenta que no estábamos en paz con la naturaleza y que esto era un primer aviso de lo que podría llegar a pasar si no cambiamos nuestros hábitos de consumo o de vida.
En VSV EuroGlobal sabemos que van a cambiar muchas cosas. Tendencias de consumo con un alto respeto a la naturaleza, a los animales. Cambios en la forma de comprar o reunirse. Fortaleciendo lo online, y abandonando lo físico. Evidentemente co-existirán y habrá un largo proceso de adaptación al medio. ¿Qué nos decís de las reuniones online? Hasta hace 2 días, nos parecía absolutamente imposible cerrar una venta sin ir a visitar al comprador internacional, enseñarles las muestras in situ. Y de repente sí se podía. Lo comprobamos de primera mano. Durante el año 2020 realizamos una cantidad de reuniones online sin precedentes y estábamos allí viendo como el fabricante o productor, era capaz de llegar a un acuerdo con el comprador o importador a través de videoconferencias. Lo que parecía prácticamente imposible, se convirtió en posible.
Quién nos iba a contar a nosotros un año atrás que el 100% de las misiones, agendas, directas e inversas las íbamos a realizar online, que asistiríamos a ferias virtuales como si estuviéramos presentes físicamente, que mostraríamos productos a través de la pequeña pantalla de nuestros móviles, o que haríamos un webinar tras otro.
No sabemos a ciencia cierta qué nos deparará el futuro, pero creemos saber hacia dónde va. Seguiremos imaginando y trabajando por un mundo mejor, más sostenible y sobre todo mucho más feliz y cohesionado donde los abrazos como en la foto de abajo vuelva.
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